domingo, 4 de octubre de 2009

EL HAMBRE Y SU RELACION CON EL MODELO AMBIENTAL Y LAS EXPRESIONES DE VIOLENCIA.

Según el Programa Mundial de Alimentos “Más de 800 millones de personas padecen hambre. Y se estima que el hambre mata diariamente a 25,000 de ellas, es decir 1 persona cada 3.5 segundos, que se añaden a los 400 millones de víctimas del hambre de los últimos 50 años equivalente a toda la población de Estados Unidos, Francia, Alemania reunidas.” Este estudio también revela que cada 5 segundos se desechan casi 12 toneladas de alimentos y que en el mismo lapso de tiempo muere un niño en algún lugar del mundo. Pero como si fuera poco de los 800 millones que padecen este flagelo 60 millones de seres humanos están condenados a morir sin que nada se pueda hacer.

Nuestras ciudades y poblaciones se encuentran asoladas por la inseguridad que en muchos casos se expresa violentamente, la percepción de seguridad esta bajando, cada día el sentimiento de inseguridad es mas explicito, aunque paradójicamente los gobiernos aumenten sustancialmente el pie de fuerza publica en las calles y en las vías nacionales. La pregunta que salta a la vista es ¿por que las ciudades y los pueblos de Latinoamérica son cada día hostiles y menos vivibles?, y cada momento hay que buscar incrementar los rubros del presupuesto público para contrarrestar las bandas de criminales que pululan por las calles y en los campos.

Para el caso Colombiano donde nos encontramos inmersos en un conflicto social, político y armado desde hace muchas décadas, vemos con preocupación el deterioro ambiental de nuestros ecosistemas estratégicos y como esto repercute profundamente en la degradación de la sociedad y la economía del país.

El modelo capitalista que hace culto al mercado consumista en donde el grado de desarrollo lo medimos de acuerdo a las cantidades producidas y a las ganancias obtenidas en términos económicos y donde todo tiene un precio medible en dólares, euros, libras o pesos nos esta llevando a que para desarrollarnos y vivir mejor es necesario deteriorar el ambiente y después lo reparamos. Mientras la lógica sea de esta manera estamos condenados a convivir con las expresiones violentas de la sociedad.

Los pobres en Colombia de hace cuarenta años no se parecen a los pobres de hoy en día. El pobre de ayer aunque vivía en condiciones desfavorables tenia un ambiente limpio que de alguna manera le podía proveer alimentos sin tener que pagar monetariamente por ellos. Los ríos, las ciénagas y nuestros mares eran fuente inagotable de alimento. Los pobres de hoy padecen las limitaciones pero con el agravante de que hoy nuestros ríos se están convirtiendo en lugares contaminados donde no hay posibilidad de obtener alimentos de ellos.

El pobre de hoy tiene hambre y los índices de desnutrición en la niñez así lo demuestran. Es clara la directa relación entre el deterioro ambiental y la pérdida de calidad de vida de la población, lo cual conlleva necesariamente a que se desplacen a las grandes urbes aumentando las franjas de miseria. Y que al final esta población ante una necesidad sentida se termina expresando violentamente.

De la misma forma y con la misma determinación con que se toman medidas para combatir la delincuencia y las organizaciones armadas presentes en el territorio nacional es pertinente que los gobiernos tomen medidas para reactivar los territorios rurales, frenar el desplazamiento, brindar garantías económicas a las organizaciones de campesinos y a los verdaderos productores para que se queden en el campo produciendo mas alimentos a menor costo y comenzar a saldar la deuda social que hay con los pobres del país. Si queremos ciudades mas sostenibles debemos comenzar por entender la realidad nacional. Resulta paradójico mientras el país importa toneladas de alimentos los campos se encuentran subutilizados y la gente en las calles sin una ocupación fija tratando de ver como subsiste a como de lugar. Y por el otro lado los programas que tiene el gobierno nacional como el Agro Ingreso Seguro se direccionen a personas que realmente no están en la línea de pobreza absoluta. Es pertinente reorientar este tipo de políticas que definitivamente no contribuyen al desarrollo rural del país. Estoy convencido que estos recursos podrían emplearse y rendir un mejor resultado si se aplican al pequeño y al mediano productor, por ser esta la base de la población y el comienzo de la cadena productiva de la sociedad.


Es tarea de nosotros como generadores de opinión en cada uno de nuestros espacios pensar como podemos transformar nuestro entorno cercano. Definitivamente hay que volver a los campos y sembrarlos utilizando tecnologías limpias con el objeto de recuperar la seguridad y la soberanía alimentaria. Es necesario hacer el control político y social sobre las realidades locales y nacionales. El CAVP esta comprometido con la necesidad de velar por la protección de los ríos, quebradas, ciénagas, lagunas y mares como fuente de vida y del recurso indispensable para generar las grandes trasformaciones sociales que requiere nuestro planeta.


Cordial saludo.

Jaime Andrés Enríquez Espinel
Coordinador CAVP